A menudo se dicen una serie de sentencias muy ciertas acerca de la gente que nos importa y de la que no.
A nivel socioafectivo, se dice que la gente que no nos importa la tenemos ahí sólo para nuestras etapas hedonistas, de emborracharse sin saber a quien tienes al lado, de fiestas superficiales desconectadas de la realidad y tu día a día; mientras que la gente que te importa es aquella a la que acudes cuando tienes problemas de verdad, cuando te muestras como un ser vulnerable y sólo quieres que sean ellos los elegidos que te vean en ese estado, que te aconsejen, que te guíen, que te saquen del pozo...
A nivel sexual, se dice que mientras te masturbas piensas en todo ese grupo de mujeres que no te importan e imaginas escenas llenas de lujuria y sexo salvaje sin atisbo alguno de amor ni de ternura, y que; cuando llega el momento de la verdad; sólo eyaculas con la imagen de la chica que te importa en la cabeza, con la única con la que llevarías a cabo el verdadero sentido del sexo: procrear. La única persona capacitada para ser la madre de tus hijos.
Dicho así, suena estupendo; todo un muestrario de frases ciertas y casposas de carpeta de alumno de bachillerato.
Sobre las personas que NO nos importan recae la fiesta, las risas, nuestros momentos de máxima diversión y de sexo más intenso.
Sobre las personas que SÍ nos importan recaen nuestros momentos más patéticos, nuestras tragedias y nuestro semen.
Yo lo tendría claro. Si alguien os dice que sois importante para él, escupidle.
No es un consejo, es un favor que os hago.... porque me importáis.
Me gustaría escribir algo en condiciones. Más allá de un breve relato. Algo con consistencia y con volumen. Me gustaría poder posar mis dedos sobre el teclado y que estos hicieran una marca récord digna del mejor velocista; un vaivén de impulsos nerviosos cerebrales repletos de ideas fantásticas. La mente de un tío con talento, así es como funciona...
Sin embargo, el trabajo va secando mi cerebro. El trabajo exprime mi líquido jugoso. Las ideas son plantas de regadío, y viven inmersas en una zona de secano, que con el paso del tiempo se va convirtiendo en un desierto. Poco a poco las plantas van muriendo. Mientras lo hacen puedes recoger sus últimos frutos; pero los frutos se acaban...
Y llegan las vacaciones y pienso: “ahora sí, ahora tengo tiempo para crear a gusto... para escribir y componer sin mirar al reloj ni pensar en mi jaqueca; pero antes... necesito descansar completamente unos días”. Y con el descanso, el reposo; con el reposo el acomodamiento; con el acomodamiento la pereza. Y con la pereza, la discusión interna: “¿¡porqué no aprovechas para hacer cosas?!”, “¿y porqué coño debo hacer cosas, no puedo no hacer cosas?”; “estás perdiendo un tiempo muy preciado”, “¿cómo? ¿dando una vuelta con la bici, viendo películas, quedando con amigos, follando?”, “se te pasará el arroz”, “me gusta el arroz quemado”...
Crear era agradable cuando implicaba no pensar; cuando suponía simplemente escupir esos impulsos nerviosos, eléctricos... dejarlos caer inmediatamente. Cuando tienes que sentarte expresamente y decir: “vamos a ver qué se me ocurre...”, deja de ser agradable. De hecho no debería ser así nunca. Con las buenas ideas pasa como con los ligues... no se buscan, te encuentran a ti; si pretendes llevar tú la iniciativa más vale que te retires. Y las horas de trabajo acumuladas durante años en un entorno poco favorable a darse un respiro mental suponen poner un laberinto a esas ideas que se que están por alguna parte; que me intuyen, me huelen... pero no dan conmigo.
“¿Y si te dedicarás plenamente a ésto?”, “¿Y si dejaras de pensar como un adolescente y comenzaras a pensar como un adulto que tiene un piso que pagar y una vida que vivir?”, “Aún eres joven, tienes mucho por delante; se que una parte de ti se entristeció cuando te aseguraste el tener ese trabajo para siempre”, “No me deseas ningún bien, tengo un trabajo bonito que me gusta; y no voy a hipotecar mi vida por lo que un día fue un sueño”; “Tienes talento”, “No”...
Lo peor de todo, es que cuando acabe de escribir esto; la planta moribunda, reseca y ocre, tendrá un fruto menos. Y ya que por aquí no llueve, alguien debería sea tan amable de prestarme una regadera.
“Compón un poco, escribe algo...”, “déjame en paz, quiero terminar de ver este capítulo de la serie”..... “Ya ha acabado el capítulo”, “Sí, lo se, un capítulo más, está interesante”.... “Ya ha acabado el capítulo”, “Voy a hacer gazpacho”... “¿Te ha salido rico?”, “Mucho”; “Ahora ya estás con las pilas cargadas para ponerte al lío, ¿no?”; “Ya se me ha bajado el emulador de la Game Gear, me voy a poner el Sonic; ¡cuánto tiempo sin jugar!”, “....”, “¿Qué?”; “Nada”... “¿Y ahora?”; “Sergio me ha llamado para tomar una sangría; voy a salir”; “¿Hasta cuando?”, “Y yo que se...”; “¿Se puede saber cuando vas a hacer algo?”; “No lo se”, “¿Porqué?”; “¡Porqué tengo miedo!”.
Todo este torrente de pensamientos ocurre cuando estás ante un folio en blanco y no ocurre nada. Esta guerra civil a veces dura días, semanas o meses, y sólo se bajan las armas y se firma la paz cuando, contra pronóstico; cae una pequeña llovizna y perdura la vida en lo aparentemente muerto. Ya se sabe, la meteorología es imprevisible. Quizá, de aquí a un tiempo no muy lejano, viva mi particular Monzón. Aquí las inundaciones se agradecen. Ni que sea siquiera para ahogar de una vez por todas a esa vocecita interior que no deja de darme por culo.
HOMBRE
El talento es como una polla. Todos tenemos una. Unos más grande, otros más pequeña; pero ahí está. Es una polla que se pone dura, se llena de sangre, se le hinchan las venas, se engorda y se alarga ante las ideas excitantes. Ante unas invisibles formas insinuantes que te despiertan la impulsividad.
La diferencia en este caso no está en el tamaño, sino en lo libidinoso que seas. Puedes tenerla más pequeña pero ir todo el día cachondo. Siempre será mucho más efectivo que ser un semental y tener disfunción erectil.
También está aquel que no cree en sí mismo, y no se da cuenta del talento que tiene hasta que se mete en las duchas del gimnasio y compara. Aunque habitualmente esto pasa en el sentido inverso.
MUJER
No soy mujer, no tengo vagina. No haré símiles. Diré lo que pienso de él.
Lo admiro y lo temo a partes iguales (siendo benévolo).
Si la psique humana es de por sí compleja; la de una mujer lo es doble; de la misma manera que también lo es la de alguien que por cuestiones de hiperactividad neuronal se dedica a alguna labor creativa. Por tanto, por un tema de progresión aritmética, la mente de una mujer creativa es cuatro veces más compleja que la de un hombre, llamémosle, normal.
Juntar un hombre normal con una mujer talentosa sería como juntar un lemur con un chimpancé. Mejor, sería como juntar un lemur con un hombre normal.
Juntar un hombre talentoso con una mujer talentosa probablemente crearía el estallido de una guerra; de fácil resolución, absoluta desigualdad y claro vencedor(a).
Aunque algunos hombres empalmados puedan creer que la mayoría de mujeres no están a su altura, hacedme caso y esconded el paquete: para una mujer con talento toda polla es insuficiente.
IV: Escribiendo líneas como éstas...
Necesitaba una mujer a mi lado para paliar mi crisis.
No se funcionar así… La música y la escritura; son elementos secundarios subyugados al sexo y a la compañía femenina. Sólo cuando tengo el instinto saciado y el objetivo cumplido puedo dedicarme a lo insustancial: crear.
Tuve alguna relación esporádica, convencido de obtener después la recompensa merecida; pero no funcionó.
Comencé a meditar seriamente la opción de que para poder crear no bastaba sólo con saciar mi líbido; debía sentir la seguridad de la estabilidad emocional. Es curioso el hecho de necesitar una estabilidad para sacar a flote tus inquietudes más inestables.
¿Cómo harían otros colegas para meterse en su mundo y pasar horas escribiendo y componiendo a sabiendas de que no les espera una mujer en la cama?.
Esperaba a que la inspiración llamara a mi puerta vestida con un TOP escotado, unos tejanos ajustados y unos zapatos de tacón, con el pelo muy largo y unos labios muy gruesos.
No deseaba a nadie excesivamente inteligente ya que por experiencia se que el grado de complejidad de una persona va en consonancia con su nivel de inteligencia, y no me apetecía descifrar códigos ni realizar hipótesis para resolver enigmas; yo soy de letras.
Aparte de eso, sería un plus interesante que tuviera pocos ideales para no contradecirse en exceso, que tuviera sentido del humor, que le gustara el futbol, que no le importara verme borracho y haciendo el ridículo ante la gente, que usara ropa interior de encaje, que tuviera una cintura muy estrecha y unas caderas muy anchas, que no vistiera a la moda pero que no fuera excesivamente dejada, que tuviera una sonrisa contagiosa, que supiera cocinar albóndigas, que hablara lo justo, que le gustara combinar una bonita falda con unas botas negras y vulgares, que tuviera un nivel suficiente para entender los sarcasmos y las ironías de mis momentos de inseguridad, que se dejara controlar en la cama, que no le gustara el cine de autor, que no le gustara el orden, que tuviera el cuerpo frío, que no planificara las cosas con una semana de antelación, que tuviera orgasmos vaginales, que supiera valorar los momentos de silencio, que no creara momentos de silencio vacíos, que no odiara nada, que no amara todo, que le gustara salir con mis amigos, que no me obligara a salir con los suyos, que practicara sexo salvaje, que entendiera que el amor es lo que se hace antes o después de practicar sexo salvaje, que no se maquillara, que tuviera una larga cabellera y no se hiciera nunca una coleta, que entendiera que jamás voy a gastarme más de tres mil euros en un coche, que no me reprimiera cuando estoy extremadamente positivo, que no me recriminara cuando estoy extremadamente negativo, que no me contara lo que ha hecho en el trabajo al llegar a casa, que pudiera contarle cualquier problema o preocupación sin que su respuesta fuera “pues anda que mi problema…” convirtiendo mi sesión de terapia en la suya, que masticara chicles de fresa ácida, que tuviera los pezones con la aureola grande, y básicamente; que me quisiera.
No se si ELLA llegó alguna vez a enamorarse verdaderamente de mí.
No puedo recriminarle nada puesto que yo también he fingido estar enamorado de otras.
Yo era un buen compañero, un agradable amigo e imagino que un aceptable amante. Mi debilidad era su fuerte, y su talón de Aquiles mi muralla: nos complementábamos.
Ignoro qué se necesita para que dos personas se consoliden con el tiempo, pero parece ser que complementarse no basta. O quizá sea cuestión de complementarse sin hacerse más preguntas; y nosotros éramos demasiado curiosos…
Pero yo la quería… como nunca quise a nadie. Modificaré la frase: Yo la quería… y nunca quise a nadie.
¿En qué consiste estar enamorado?. Creo que en sentirse corriente, normal, ordinario, rutinario… y aún así ser feliz. Por eso el que ya es así de serie no tiene tantos problemas para enamorarse ni se cuestiona tantos aspectos. Con otras mujeres cuando realizaba actividades fundamentalmente patéticas me sentía patético, y por consiguiente, desgraciado. Con ELLA, me sentía afortunado de ser un tío patético… hubiera tenido una patética existencia hasta el último de mis patéticos días.
No me veo capacitado para sentirme patético con nadie más.
Mientras tanto sigo peleándome conmigo mismo por no tener término medio… mi personalidad aparentemente sólida, no es más que un columpio en manos de la persona que me balancea.
Cuando alguien me interesa, no se comportarme de forma normal. Mi falta de carisma hace que no deje de llamar la atención, de una forma u otra. Constantemente.
¿Y qué es el carisma?. Nos lo venden como algo inherente a la psique del individuo, una mentalidad peculiar que ejerce de imán para las otras supuestas mentalidades de hierro. Toda esa basura de manual de psicología barato es mentira. El carisma no es más que un cerebro del montón compensado con un físico peculiar. El carisma, al menos en los océanos musicales, es aquel estado de gloria que hace que las ellas piensen “… encima me lo podría follar”; y que ellos piensen “… encima me podría pegar”.
Toda relación nace y muere siguiendo los mismos pasos lógicos: de la pasión al cariño, de ahí a la afectividad y la estima, y de ahí a la simple cordialidad; de la misma forma que el proceso vital del individuo sigue un orden: de la ilusión al conformismo, de ahí al tedio, de ahí al hastío,… pasos difícilmente reversibles.
Yo estoy entre la segunda y la tercera etapa, todos los días lo mismo, soy un autómata, pero me da igual.
Y me da igual porque la sociedad es un engaño.
Necesitamos alimentarnos para vivir, y optamos por hacerlo mediante el trabajo (un servicio al prójimo) en vez de hacerlo por nuestra cuenta, eso va a contranatura del género humano. No tendríamos sociedad si no tuviéramos genitales. Todas las relaciones se conforman alrededor de eso y las que no lo son se rompen cuando entran unos genitales de por medio.
Veo a los niños jugando, contentos, interrelacionándose sin prejuicios… Todo eso cambia cuando se transforman en seres verdaderamente sociales, es decir, cuando les crece la polla y las tetas. Eso conduce a las rencillas serias, a los estereotipos, a que el deseado tenga como destino una familia y una hipoteca prematura y el rechazado ocupe el tiempo en tareas antisociales que a veces despiertan las facultades intelectuales, y acaben siendo presidentes de un país o escribiendo líneas como éstas.
V. Profecía
El 21 de diciembre del 2012 algunas personas buscarán cobijo en lo más alto de las más altas montañas.
Otras se refugiarán en bunkers subterráneos con provisiones de atún suficientes para sí mismos y para el gato.
Otras intentarán redimir sus errores poniéndose en contacto con los
seres de los que nunca debieron prescindir, buscando un perdón.
Otras querrán calmar la ansiedad con la adrenalina y saldrán armados a la calle matando a todo el que se le ponga por medio.
Otras rezarán al cielo con los ojos cerrados y los dientes apretados.
Otras esperarán el momento con total desidia, sin motivación ni fe.
Otras se dirán que se quieren.
Otras se armarán de valor y se soltarán de ese lastre que les
ahogaba, para poder vivir sus últimos momentos en paz y con la
conciencia tranquila.
Se harán suicidios en grupo.
Se hará sexo en grupo.
Se retransmitirán todas estas burradas por la televisión.
En algunos estados, se intentará proteger a la población con todos
los medios posibles para reducir el impacto del desastre venidero.
En otros estados, debido a la histeria colectiva provocada por la
situación de emergencia, el pueblo se alzará y reinará la anarquía
debido al vacío de poder.
En otros estados, los políticos dirán que no puede hacerse nada ante lo que va a sucederle al mundo y mirarán a otro lado.
Los animales correrán asustados.
Los árboles continuarán imperturbables.
Las bacterias sobrevivirán.
En fin, el 21 de diciembre del 2012 será otro día más.
VI. Demonios angelicales
Lo reconozco, tengo un problema con algo que para mí no es un problema; pero como para los demás parece que sí lo es, entiendo que para mí también debería serlo.
Me cuesta mucho ser partidista cuando existe un problema entre dos o más personas, pero no por que no me implique emocionalmente con ellos, sino porque creo lazos de empatía con ambos.
La disputa entre un bando bueno y un bando malo puede ser interesante para un best seller o para una película palomitera, pero aplicada a la vida real es una perspectiva demasiado simple y excesivamente infantil.
Hablando de películas, una vez alguien me dijo que tenía facilidad para sentirme identificado con el “malo” de la historia. Lo que no sabía esa persona, es que no solamente me pasa con el celuloide, sino que habitualmente suelo intentar comprender porqué los mayores cabrones de la historia de la humanidad se comportaron como tal.
Y lo hago partiendo de una base muy sencilla: nadie nace ángel o demonio. La responsabilidad de las cabronadas cometidas por esta gente, debería repartirse entre todas aquellas personas que de alguna forma u otra, voluntaria o involuntariamente, contribuyeron a degradar a ese sujeto a lo largo de toda su vida.
Uniendo dos conceptos que han salido anteriormente, en muchas películas infantiles siempre me ha costado distinguir porqué el malo es el malo; más allá de que éste sea más feo y grite más que el bueno. Desde bien pequeños, nos han metido en la cabeza el chip del partidismo sin un razonamiento previo del acto en sí, le han puesto cara y voz al partidismo, le han puesto imagen al ángel, le han puesto imagen al demonio; y todo ello sin que nos atrevamos a plantear porqué creamos ángeles y demonios, cómo llegan a serlo, cómo podría evitarse; si los estamos catalogando con la etiqueta correcta, si es justa esa etiqueta, si no es una etiqueta reversible.
A veces la diferencia entre un ángel y un demonio está en una frase a tiempo: “no, tú no eres feo”, “eres adorable”, “tienes talento”, “te quiero”, “qué bien follas”, “¿quieres jugar conmigo?”. Muchas veces los cabrones se crean en los fuegos infernales de la incomprensión, de la falta de tacto, del desprecio social; unos fuegos que queman toda bondad del individuo; al menos la de aquellos que logran sobrevivir a las llamas. Y yo no señalo al demonio que escapó de ellas, sino a los que lo arrojaron.
Lo más triste es que incluso los que lo arrojaron, se vieron también obligados a ello porque saben que serán los próximos en arder (en el caso de no haberlo hecho ya y querer compartir el dolor de las llagas). Porque hay otros detrás de ellos que los empujan. Y detrás de ellos, otros que empujan a los que empujan al individuo arrojado. Una fábrica de trabajo en cadena de la miseria humana y de dimensiones infinitas.
Creo que es un ejercicio sano el intentar empatizar con las dos caras de la misma moneda, ya que la una no se entiende sin la otra. “Bueno” y “malo” son dos adjetivos puramente circunstanciales cuando son aplicados a nuestra conducta. Lo mismo sucede con cualquier otro adjetivo utilizado como norma general para señalar un valor negativo. “Valiente” o “cobarde”. ¿Cual es el polo positivo y cual el negativo?. Si os parece evidente, a mí no. La cobardía puede asociarse con una nula capacidad de lucha, pero también a un desarrollado instinto de supervivencia. Y eso no es malo, eso es natural. Tener aprecio a la vida, a su vida. El que le vea el problema a ésto, puede empezar a considerar seriamente su hipocresía.
Los cobardes son los que heredarán la tierra mientras los valientes la van palmando intentando salvaguardarla en primera línea de batalla.
Todos somos los frutos podridos de las eventualidades. Incluso yo, que aparentemente soy una persona pacífica, podría convertirme en un asesino en potencia o en un dictador si después de cada artículo que escribo no me mostráis vuestro feedback. Así que ya sabéis, por el bien de la humanidad. Luego no me hagáis sentir culpable, vosotros también tendréis parte de culpa.
Hoy he tenido una clase de Plástica. Qué mejor marco que ese para ilustrar los pensamientos que ahora me rondan.
Partamos de la simple premisa de que les he mandado hacer un collage
de formato libre teniendo a su disposición varias revistas, tijeras,
cola y una cartulina.
En clase de Plástica siempre te encuentras a un reducido grupo de
alumnos que sobresalen. Motricidad fina excelente, combinando colores
con gusto, creando formas originales, jugando con el espacio y con el
tamaño de los papeles; limpios y pulcros, y obteniendo un resultado
final agradable y elegante.
En clase de Plástica te encuentras con el grueso del grupo que hace
trabajos correctos que no sorprenden, y acaban juntando los papeles para
hacer formas humanas, que normalmente cruzan un caminito hasta llegar
al umbral de una casa con chimenea, coronada con el sol en una esquina
superior de la cartulina.
En clase de Plástica te encuentras con EL niño. Ese zagal manirroto,
que coge las tijeras y temes por sus dedos, incapaz de recortar una
figura geométrica con un mínimo de simetría, enganchando algunos trozos
de papel en la cartulina y dejando semienganchados otros tantos,
impregnando la cartulina de cola, dejando unos retales dentro de la
cartulina y otros con una parte fuera de estos límites, alternando zonas
sobrecargadas con otras con un inmenso vacío.
De golpe entra un crítico de arte por la puerta de la clase. Una
clase como cualquier otra con sus correspondientes tres niveles de
creación.
Examina las obras. Rápidamente desecha las creaciones de representaciones típicas.
Observa con detenimiento los trabajos de los niños del primer grupo y el trabajo de EL niño.
Acaba descartando los trabajos de los niños del primer grupo y
alabando las creaciones del último. Loando la originalidad de la
composición, la transgresión de la técnica, lo conceptual y experimental
de un trasfondo al que da significado. Inmerso en las sensaciones que
le provoca, es capaz de intuir (o imaginar) qué pasaba por la cabeza del
chico al hacer su trabajo, y hacer creer al chico que él realmente
trataba de expresar eso. Convence al chico de ese significado, y acusa
con el dedo al resto por no tener capacidad de plasmar semejante
composición. Anima al chico a que siga trabajando su estilo porque, en
un futuro cercano, muchos de los compañeros que hacen la casa y el sol
acabarán imitándole y sacando partes de sus retales de la cartulina,
presentándola con manchas, arrugas, mocos enganchados y caspa.
El chico, animado, continúa ejerciendo su estilo y creando
composiciones similares que titula con las tres primeras palabras que le
vienen a la cabeza, o directamente con un “Sin título”.
Nadie más en clase valora el trabajo del chico, excepto un chaval
mediocre que normalmente hacía humanos dirigiéndose a casa a través de
un camino.
Yo sigo valorando los trabajos de EL chico con notas bajas.
Los límites del arte...
El sobresaliente acaba donde empieza el suspenso.
Durante el viaje que hacemos a lo largo de nuestra vida, vamos trazando una recta y cada uno de sus infinitos puntos no son más que las experiencias que le van dando forma. En el trayecto no vamos solos. Millones de líneas van y vienen incesantemente en un folio de dimensiones infinitas. La gran mayoría de éstas líneas, no son más que líneas paralelas; que vemos en la distancia o que ni siquiera apreciamos. Otras tantas son líneas perpendiculares o secantes; que en algún momento se unen con nuestra recta en un punto de intersección para luego desunirse y continuar cada una con su propia trayectoria.
Cada vez que escucho, o leo algún comentario acerca de que tal mc o grupo ha bajado el nivel respecto a su anterior disco, que antes era bueno y ahora no... no me vienen más que formas geométricas a la cabeza. Un sinfín de líneas.
Cuando un artista escribe un disco, hace visible su línea vital, mostrando con palabras y pensamientos los puntos que definen su experiencia. A veces ese artista escribe el disco en el momento adecuado, con las palabras adecuadas, y de la manera adecuada; de forma que conecta con personas que necesitan oír ese disco en ese momento, con esas palabras y de esa manera. Puntos de intersección... ¿fortuitos?. Afortunadamente, nuestras rectas son un tanto especiales, y lo que les hace especiales es que podemos manejar levemente su dirección. Pero del mismo modo que dos líneas no tienen nunca el mismo punto de partida, tampoco pueden ir unidas infinitamente; llega un momento en el que deben evolucionar en distintas direcciones.
Podéis pensar que un artista que cambia de un disco a otro se está traicionando, pero la realidad es la contraria: un artista que tiene inquietudes de evolución pero que acaba siempre haciendo el mismo disco por el miedo al que dirán y por no traicionar a un público es el que realmente se está traicionando a sí mismo. De todas formas, por mucho que no modifiquen la dirección de su línea, cada día cientos de líneas nuevas se cruzarán con la suya y otras cientos de líneas saldrán de su trayectoria. Cosas de la inercia.
Si para la gran mayoría de los artistas la música no es nuestra fuente de ingresos, debemos vivirla con total libertad. Para estresarnos ya tenemos el trabajo y los entresijos del día a día, la música sólo debe aportar gozo. Y siendo esclavo del pensamiento ajeno no se puede gozar. No podemos hacer felices a todos... pero podéis comprender que nosotros queramos ser felices; y eso significa, avanzar en la dirección correcta. Mientras, disfrutaremos de tu compañía el tiempo que dure.
Fin de la clase de Geometría.
PD: Soy de letras.
WHAT’S GOIN ON [Publicado en el núm 1 de la revista musical digital 24SIETE]
Soy una persona nerviosa, impulsiva, susceptible; y esporádicamente soberbia y agresiva. Al fin y al cabo se trata de devolver los golpes, ya que cada mañana sufro una agresión psíquica por parte del despertador... Cogería al desgraciado que inventó el despertador y le daría una patada en las pelotas, pero paso... porque no tengo ganas y sobretodo porque no soy demasiado corpulento.
Todo esto crea desequilibrio y necesito mi yan.
No soy el único. Los días empiezan con una hora de tráfico, quiero pisar el embrague y meter segunda pero no puedo, porque hay miles de cabrones a los que se les ha ocurrido la idea de poner el despertador a la misma hora que yo. Claxons, desesperación e insultos para acabar llegando, como recompensa, a tu lugar de trabajo... tu celda de ocho horas diarias...
El trabajo es el requisito necesario para que un banco te adquiera y te coja por los huevos a cambio de un techo y cuatro paredes.
"El trabajo te realiza como persona, te hace íntegro y digno..." esa frase es la mayor chorrada jamás escrita. Seguramente la inventaría algún director bancario.
En el trabajo las horas pasan, las personas se gritan y los ordenadores se cuelgan... Otra hora de tráfico de vuelta. Y así pasa un día, y pasa una vida. Tráfico, burocracia, dentistas, recibos, facturas, hacienda, multas, ... y finalmente, la muerte. Y vuelta a empezar. En medio de ésta vorágine, encuentro mi yan en la música.
No me gusta cierta música porque alimenta mi agresividad y me pone aún más nervioso. Por eso me gusta el groove del funk y la calma del soul. Incluso se puede criticar transmitiendo paz... hoy estoy oyendo un ejemplo de ello... Marvin Gaye, What’s Goin On.
La música es la cuarta pata de la mesa. Hace que no cojee. Y hace que me sienta bien... al menos hasta que un día el banco pueda venir a embargarme y a llevarse las cuatro patas, la base de la mesa, los cuadros, los cubiertos, el ketchup y mi cd de Marvin Gaye.
Cogería al desgraciado que inventó los bancos.... y me arrodillaría para ver si puedo ser su socio...
Mientras me relajo, cierro los ojos y abro las orejas
Mother, mother,
There’s too many of you crying...