martes, 11 de octubre de 2011

Sr Zambrana presenta: Blanquito Smith "Let's dip the churro".

Blanquito Smith es el nuevo e inclasificable proyecto del productor y mc de Ripollet, Sr. Zambrana.

Para esta ocasión se aleja del hip hop y del sampleo clásico, y se agarra al sonido de los sintetizadores, a la magia de un rhodes, al hipnotismo de las líneas de bajos funk y jazz; todo ello en una amalgama de estilos que parten de lo electrónico y se pasean por ritmos funk, electro, jazz, bossa, house... Todo tiene cabida en un proyecto dispar en sonoridades y unitario en su objetivo: hacerte mover y liberar tu mente durante unos minutos.

Blanquito Smith cuenta para este trabajo con varios colaboradores para dar un toque más cálido al acabado de los temas: Flowtizta a la flauta, Teo Grajales al piano y Dj Chávez a los platos.

La plataforma 4Cracks acoge este proyecto desde su página web.
También disponible en Soundcloud y en Bandcamp

¡Enjoy Blanquito!

BLANQUITO SMITH – LET'S DIP THE CHURRO

1. Let's dip the churro
2. Pobre indefenso
3. Say What??! (con Teo Grajales y Dj Chávez)
4. Bossatto de Carnevale (con Flowtizta)
5. Churri
6. The Cardigans – Lovefool (BS Remix)

Scratches en el track 3: Dj Chávez.
Piano en el track 3: Teo Grajales.
Flauta en el track 4: Flowtizta.
Todo el resto de arreglos y vocales: Blanquito Smith

Diseño: http://laaminuscula.blogspot.com.es/
Fotos: El conde de lo trágico.
Logo Blanquito Smith: Flavaquess Design.

lunes, 6 de junio de 2011

Cuento: La gran derrota

Había una vez, en el tiempo en el que ya no existían los países ni las religiones (y por tanto, las guerras eran inconcebibles); altos cargos e importantes empresarios de todas las partes del mundo se dieron cita en una cumbre altamente secreta.

El objetivo de dicha cumbre era dar respuesta, y actuar en consecuencia, al mayor mal que azotaba en esos instantes al planeta: la superpoblación y las consecuencias que ésta traía consigo.

Tras arduas discusiones y enfrentamientos, parte de los allí presentes apoyó la teoría del dirigente de una multinacional que, con datos demográficos en la mano y citando a varios pensadores antiguos, sostenía la idea de que el problema de la superpoblación iba unido irremediablemente al de la longevidad del hombre (aunque la esperanza de vida había bajado en los últimos años, seguía siendo relativamente alta en la mayoría del planeta). Según dicho dirigente, la longevidad del hombre era consecuencia indirecta de los avances tecnológicos y médicos, y consecuencia directa del descanso que pudiera tener una persona con un trabajo de 8 horas diarias que le permitiera tener horas suficientes para revitalizar el cuerpo.

Esto sumado a la alta gama de ocio disponible a su alcance que provocaba que, de una manera u otra, el ser se sintiera realizado o satisfecho consigo mismo, repercutiendo ello en su calidad de vida y por consiguiente en la duración de la misma.

En definitiva, la propuesta del dirigente tenía como finalidad acabar con la superpoblación forzando la disminución de la longevidad.

Propuso a los demás dirigentes y mandatarios políticos crear un nuevo orden mundial con la sobre-explotación laboral y la manipulación del ocio como ejes fundamentales, con el objetivo del cansancio físico y de la limitación de la libertad mental del individuo; agotando éste su cuerpo y alma y llevándolo a una muerte prematura.

Para ello, sólo unas pocas empresas (que casualmente se encontraban allí representadas) se encargarían de dirigir la oferta cultural y de ocio, secundadas por los diferentes consistorios gubernamentales de cultura. También se leyeron las nuevas condiciones laborales del trabajador, con las consiguientes leyes, justificándose en la causa efecto de: a mayor población – mayor cantidad de producción necesaria, y así elevándose la jornada laboral, de forma escalonada, hasta las 14 horas diarias.

La exposición del dirigente de la multinacional (siempre añadiendo que era una medida preventiva que, sin embargo, implicaría ser implantada durante muchos años) fue interrumpida en numerosas ocasiones por exclamaciones de horror y abucheos por parte de algún sector, y respondida fervientemente con vítores por parte de otros sectores.

La propuesta había provocado una escisión mundial.

Algunos creían que la propuesta era una necesidad de primer orden. Otros, la calificaban de “propuesta inmoral”, denigrante, arcaica; un regreso a la esclavitud, a la opresión del totalitarismo; a unas condiciones de vida a las que no se podía volver por muy crítica que fuera la situación global.

Los primeros apoyaban al dirigente de la multinacional; los segundos lo repudiaban pero al mismo tiempo no tenían propuesta alternativa con la que hacer contrapeso.

Tras horas de intenso debate se llevó a cabo una votación. La propuesta fue aceptada por aproximadamente un 70% de los representantes allí reunidos. Los derrotados (entre los que no se encontraba ningún empresario), se alzaron en contra del resultado democrático a favor de la imposición del nuevo orden (curiosa frase ésta, no exenta de ironía), y se negaron por activa y por pasiva a la voluntad de conducir a los seres humanos a la tumba.

Ante tal situación se convocó otra cumbre en la que los contrarios al nuevo orden debían proponer un plan alternativo o ceder ante el deseo de la mayoría de los representantes elegidos por la humanidad (ésto último, dicho con tono amenazante).

En la siguiente cumbre, un representante político de las fuerzas contrarias al nuevo orden, también con datos demográficos en la mano y citando a varios pensadores antiguos, expuso que la mayor parte de la población se concentraba en las ciudades y que casi toda la producción industrial iba dirigida precisamente a cubrir las necesidades de sus habitantes, y que aunque la ciudad fuera el motor económico y la red de pesca de los empresarios allí reunidos, se debía propulsar un plan de repoblación de zonas más deshabitadas. Dicho de otra forma: había que repartir el peso.

Por otro lado, he aquí el tema más importante, se quería impulsar una especie de revolución educativa y cultural que promoviera el pleno desarrollo de las capacidades intelectuales sin ponerse éstas al servicio del mercado de trabajo. Se quería educar a jóvenes emprendedores capaces de pensar por sí mismos y de ganarse la vida sin tener que depender de nadie. De esta forma, no habría grandes urbes con grandes empresas produciendo grandes cantidades, sino pequeños reductos de población con empresas casi familiares produciendo para el autoconsumo o para la venta en un mercado no agresivo.

La reubicación de la población junto con la revolución educativa, daría paso a futuras generaciones de seres autosuficientes, con tiempo libre para cultivar sus mentes. La filosofía, la literatura, las artes, la ciencia... serían pieza fundamental en el desarrollo cognitivo. Un mundo de sabios trabajadores sería sin duda, capaz de resolver los problemas mejor de lo que ahora podían; y podrían despejar la incógnita de la ecuación “pobreza = ¿superpoblación + longevidad?” dando una solución armónica a ésta.

Muchas risas se oyeron tras el discurso. Carcajadas a pulmón abierto en algunos casos. Los defensores del mundo libre y sabio, ofendidos, volvieron a entrar en disputa dialéctica a viva voz con los defensores del mundo controlado y oprimido.

Unos, enamorados de la imagen de un mañana posible que implicaba resquebrajar de arriba a abajo el funcionamiento del sistema actual; y otros, impulsados por lo que ellos denominaban un “sentido práctico”, que promovía una labor más factible y que requeriría menos tiempo invertido.

Mientras la población seguía ajena a lo ocurrido, algunas cumbres más se sucedieron. Pero en cada cita el distanciamiento de ambas posturas se hacía más evidente e irreconciliable.

Finalmente se llegó a una situación fácil de prever: el mundo se partió en dos. El bloque del control y el bloque de la libertad.

Y así se dibujó un nuevo mundo y se redistribuyó todo. Los altos cargos y empresarios pertenecientes al bloque del control, trazaron la línea divisoria que separaría su zona de la zona perteneciente al otro bloque. Un océano les separaba, haciendo posible el aislamiento físico entre ambas zonas. Cortaron toda comunicación posible entre los dos bloques.

El bloque del control mediante sus medios (los medios elegidos a dedo en las cumbres), hablaba a sus habitantes del bloque de la libertad como un infierno terrenal en el que el hombre se corrompía, se vaciaba de valores y era invadido por una sensación de infelicidad constante.

El bloque de la libertad hablaba a sus habitantes del bloque del control simplemente contando lo que éstos pretendían, y exponiendo a continuación las virtudes del modelo al que tenían la suerte de pertenecer.

Ambos nuevos órdenes eran difíciles de implantar y se toparon con no pocas adversidades en sus primeras décadas de vida.

El bloque del control sufría continuas revueltas civiles, que se negaban a aceptar el tener que trabajar más horas (no implantaron de golpe la medida de las 14 horas, pretendía ser algo progresivo), y se ofendían por el engaño constante al que eran sometidos por los medios de comunicación. Los medios que daban la contrainformación fueron desapareciendo progresivamente, por las buenas o por las malas. Los revolucionarios eran masacrados por las fuerzas del orden y los pocos que lograban escapar hacia el “infierno terrenal” eran acribillados a balazos por los demonios del otro lado del charco, que ya tenían suficiente con sus problemas y con su densidad demográfica.

Efectivamente, el bloque de la libertad veía frustrado como era imposible reeducar a la mayoría de las personas. Habían confiado demasiado en el ser humano, que no podía desprenderse de sus antiguas costumbres. Vivían más o menos igual que antes de producirse la escisión de los bloques, sólo que con menos recursos. La reubicación era muy complicada ya que sin las grandes empresas como apoyo, la población no estaba preparada para la autosuficiencia. Eso sucedía porque, mientras algunos se mostraban como personas útiles, otros muchos se convertían en parásitos incapaces de hacer nada por sí mismos. Y sin opciones al progreso, se hundían aún más en la miseria.

Los propulsores de este orden mundial tuvieron que reunirse con urgencia. Decidieron que para que su plan resultara un éxito debía producirse una criba. Se practicaría a todos los habitantes un “test rutinario”, así lo llamaron ellos, que mediría la capacidad intelectual de cada individuo, así como la actitud de cara a la entrega en el trabajo. Expertos en la materia evaluarían los resultados del test y los “no aptos” deberían ser aniquilados. Por el bien de la libertad.

Como la medida les recordaba mucho a la forma de actuar de cierto personaje oscuro de la historia pasada (de la cual los libros de historia ya apenas hacían mención), decidieron que matar a los no aptos no era la forma correcta de proceder.

La solución que dieron fue la de inyectar a los no aptos una sustancia que provocara la infertilidad tanto en hombres como en mujeres. Así no eran aniquilados pero evitaban malcriar nuevas vidas con sus mismos genes.

Se propuso llevar a cabo esta actuación de forma lenta, de manera que se produjera durante el transcurso aproximado de un siglo.

Tras ser evaluado el “test rutinario”, al cabo de aproximadamente un año, se mandaba una citación para acudir a unos centros de salud determinados (no habían más de 400 en todo el bloque) donde médicos amantes de la causa vacunaban a sus pacientes de nuevas enfermedades infecciosas. Esto era cierto, sólo que la jeringuilla de los no aptos contenía unos componentes adicionales.

Cada año se inyectaba a cierto número, no demasiado elevado. No había que levantar sospechas.

Por supuesto, la gente nunca llegaba a saber el resultado del test, no sabían que fuera algo evaluable, no eran más que papeles que se perdían para elaborar absurdas estadísticas. De modo que alguien que quisiera mofarse del test utilizando respuestas absurdas, estaba igualmente condenado.

Y así pasaron los siglos y, poco a poco, cada bloque consiguió llegar al funcionamiento deseado.

El bloque del control consiguió que los civiles no cuestionaran su sobre-explotación. De hecho, para ellos no había sobre-explotación, ya que no tenían la menor idea de su significado. Y no lo hicieron a través de la represión constante y explícita (les bastó con los dos primeros siglos), sino a través del olvido de los años y del control en los medios y la censura de ciertos libros (básicamente históricos y filosóficos), discos y películas.

Pasados más de 300 años, no había preguntas que hacerse. Ni tampoco necesitaban hacerlas. Trabajaban 14 horas (no conocían otra realidad), dormían 7, y tenían 3 horas que dedicaban todos a hacer las mismas actividades, a ver los mismos programas, a leer los mismos libros, y a escuchar la misma música. Así pues, la afinidad entre la población era evidente. Apenas sufrían disputas, y no por miedo a represalias de las fuerzas del orden, sino porque no tenían apenas motivos para ello; más allá de un debate político, deportivo o de algún caso de infidelidad.

Y lo cierto es que el amor surgía rápidamente puesto que todos conectaban con todos y las pocas horas de descanso hacían que las parejas no tuvieran tiempo para discutir ni plantearse porqué estaban juntos (¿para qué?).

Prácticamente no existía la clase media, estaban los que trabajaban y los que daban trabajo. A su vez los que daban trabajo mantenían a los gobernantes que les interesaba como simples figuras de cartón, como elementos de decorado, alternando la imagen de éstos para bien o para mal según les interesaba. No les hacía falta, pues, alterar los resultados de las elecciones. Los medios hacían bien su trabajo.

Pero había algo que no iba según lo sucedido. La longevidad del hombre no se había reducido apenas. El cansancio físico existía, pero no contaron con el hecho de que la limitación de la libertad mental del individuo les fuera a llevar inmediatamente al bienestar. Seguía la superpoblación, aunque ésta ya no suponía el problema más importante teniendo a la gente controlada. Lo más importante era mantener el sistema.

El bloque de la libertad consiguió una casta de hombres y mujeres amantes del trabajo, del gusto por las artes y por la ciencia, capaces de desarrollar todas las facetas intelectuales posibles, de pensar por sí mismos, de ser autosuficientes.

Sin embargo, mientas más sabían, mientras más conocían, mientras más pareceres de distinto cariz chocaban; más conflictos surgían entre ellos. Todo era puesto en discusión, todo era planteado con incógnitas; aumentaba el ego, el individuo por encima del grupo, las enemistades. La insatisfacción.

No todos tenían la misma habilidad para salir adelante en este bloque o para aprovecharse del prójimo. No toda la sabiduría era igual de práctica, había sabidurías de primera categoría, de segunda y de tercera. No se podía tolerar que un trabajo que requería más preparación y formación pudiera estar a la altura de otro más simple. Exigían la desigualdad. La desigualdad existía. La desigualdad era concedida: se acentuaron las diferencias sociales. Las clases bajas no podían ser ya esterilizadas si servían al bloque y aceptaban su modus operandi. Simplemente se trataba de personas menos capaces.

En medio de la crispación, las revueltas eran constantes. Todos exigían más, todos creían merecer mejores condiciones de vida. Y eso sucedía porque, aún viviendo bien algunos, siempre topaban con alguien que vivía mejor que ellos, de modo que reclamaban.

Aunque la mayor parte de las revueltas no eran violentas, los cambios (y dimisiones) en los gobernantes eran constantes.


Pasaron aún más siglos, y empezaron a verse los primeros fugitivos del bloque de la libertad huyendo hacia el bloque del control. Si había algo que unía a ambos bloques en el transcurso de los siglos, era el modo en el que recibían a los extranjeros. Los disparos eran un lenguaje no lingüístico muy significativo: “aquí no os queremos”.

En el bloque del control no precisaba alterarse nada. Los actos de violencia y de odio de los ciudadanos se daban entre ellos mismos. No había contacto entre los que trabajaban y los que daban trabajo. Algunos elegidos, lo que podría denominarse “la clase media”, que no superaba el 0,5% de la población total, eran el puente de contacto entre los trabajadores y los que daban trabajo. Estos últimos eran percibidos por los primeros como entes invisibles, fantasmas, como mitos intangibles; esto es: como dioses. La escuela también se encargaba de alimentar el mito de “los que dan trabajo”, debían estarles eternamente agradecidos; y lo recordaban constantemente a los críos hasta que acababa su escolarización a los 11 años.

700 años después de implantarse los bloques ni siquiera era precisa esa farsa. Sabían que tenían un trabajo que hacer, como todos, sabían que era así y punto. Nada debía cambiar, todo lo que fuera mejorar o empeorar las condiciones de vida suponía dar pie a la comparación.

En el bloque del control, definitivamente eran felices.

Mientras más cuestionaban y mientras más preguntas se hacían, más aprendían y más avanzaban algunos en el bloque de la libertad. Pero más se frustraban y más insatisfacción era creada en la mayor parte de la población.

La sabiduría les inundó de luz y de tristeza a partes iguales. El odio no podía evitar darse. El odio era producto de la frustración. Y la frustración era consecuencia de la comparación. La comparación... y la posterior derrota.

Siendo tan autosuficientes, se sentían tan solos (aunque estuvieran en compañía), que sufrían por el hecho de que no sufrían lo suficiente.

Eran tan autosuficientes que la política parecía haberse convertido en algo prescindible y nunca dejó de cuestionarse el modelo que defendía el bloque.

En el bloque de la libertad, eran infelices.

Lo cual significa que, al cabo de casi mil años desde la primera cumbre que mencioné, y de la implantación de los bloques; el bloque de la libertad fue el claro vencedor. Aunque un vencedor involuntario que, sin quererlo, dio solución al problema original.

Las guerras internas sucedidas a lo largo de los siglos por el cambio de modelo social causaron muchísimas bajas. La tasa de suicidios también era elevada.

El estado general de infelicidad provocó el descenso de la longevidad. En el bloque de la libertad desapareció la superpoblación.



Ganaron sí, ganaron. Sin quererlo, ganaron. Esa fue la gran derrota del ser humano.

Y así pasaron los años, con el planeta dividido entre el bloque de los oprimidos felices y el bloque de los sabios infelices. El bloque de la longevidad y el bloque de la muerte. Ocupados unos en su felicidad y otros en su desdicha.



Y así fue hasta que un cuerpo celestial de gran tamaño impactó sobre la Tierra, llevándose toda forma de vida, longeva o no; llevándose el control, la libertad, la felicidad y la desdicha; y envenenando la atmósfera de un planeta que antaño tuvo el veneno sobre la superficie. O al menos, a los que vivimos en nuestro planeta y en nuestro tiempo, es lo que nos han contado.



Fin.

Dulces sueños.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Concierto Sr Zambrana y Weleló, 29 de enero en Cornellà.

Aquí tenéis un vídeo con buen audio, a cargo de Oshe Prods, en el que aparecemos Weleló y yo en el concierto que se llevó a cabo el 29 de enero en la Sala D.F. de Cornellà en homenaje a Demo. Allí nos reunimos muchos para compartir escenario y éste fue el resultado de nuestra actuación:






viernes, 25 de febrero de 2011

Compendio de "Breves y estúpidas reflexiones" y de artículos varios

BREVES Y ESTÚPIDAS REFLEXIONES

I: No importa...


A menudo se dicen una serie de sentencias muy ciertas acerca de la gente que nos importa y de la que no.

A nivel socioafectivo, se dice que la gente que no nos importa la tenemos ahí sólo para nuestras etapas hedonistas, de emborracharse sin saber a quien tienes al lado, de fiestas superficiales desconectadas de la realidad y tu día a día; mientras que la gente que te importa es aquella a la que acudes cuando tienes problemas de verdad, cuando te muestras como un ser vulnerable y sólo quieres que sean ellos los elegidos que te vean en ese estado, que te aconsejen, que te guíen, que te saquen del pozo...

A nivel sexual, se dice que mientras te masturbas piensas en todo ese grupo de mujeres que no te importan e imaginas escenas llenas de lujuria y sexo salvaje sin atisbo alguno de amor ni de ternura, y que; cuando llega el momento de la verdad; sólo eyaculas con la imagen de la chica que te importa en la cabeza, con la única con la que llevarías a cabo el verdadero sentido del sexo: procrear. La única persona capacitada para ser la madre de tus hijos.

Dicho así, suena estupendo; todo un muestrario de frases ciertas y casposas de carpeta de alumno de bachillerato.

Pero voy a recapitular:

Sobre las personas que NO nos importan recae la fiesta, las risas, nuestros momentos de máxima diversión y de sexo más intenso.

Sobre las personas que SÍ nos importan recaen nuestros momentos más patéticos, nuestras tragedias y nuestro semen.

Yo lo tendría claro. Si alguien os dice que sois importante para él, escupidle.
No es un consejo, es un favor que os hago.... porque me importáis.

II: Guerra civil

Me gustaría escribir algo en condiciones. Más allá de un breve relato. Algo con consistencia y con volumen. Me gustaría poder posar mis dedos sobre el teclado y que estos hicieran una marca récord digna del mejor velocista; un vaivén de impulsos nerviosos cerebrales repletos de ideas fantásticas. La mente de un tío con talento, así es como funciona...
Sin embargo, el trabajo va secando mi cerebro. El trabajo exprime mi líquido jugoso. Las ideas son plantas de regadío, y viven inmersas en una zona de secano, que con el paso del tiempo se va convirtiendo en un desierto. Poco a poco las plantas van muriendo. Mientras lo hacen puedes recoger sus últimos frutos; pero los frutos se acaban...

Y llegan las vacaciones y pienso: “ahora sí, ahora tengo tiempo para crear a gusto... para escribir y componer sin mirar al reloj ni pensar en mi jaqueca; pero antes... necesito descansar completamente unos días”. Y con el descanso, el reposo; con el reposo el acomodamiento; con el acomodamiento la pereza. Y con la pereza, la discusión interna: “¿¡porqué no aprovechas para hacer cosas?!”, “¿y porqué coño debo hacer cosas, no puedo no hacer cosas?”; “estás perdiendo un tiempo muy preciado”, “¿cómo? ¿dando una vuelta con la bici, viendo películas, quedando con amigos, follando?”, “se te pasará el arroz”, “me gusta el arroz quemado”...

Crear era agradable cuando implicaba no pensar; cuando suponía simplemente escupir esos impulsos nerviosos, eléctricos... dejarlos caer inmediatamente. Cuando tienes que sentarte expresamente y decir: “vamos a ver qué se me ocurre...”, deja de ser agradable. De hecho no debería ser así nunca. Con las buenas ideas pasa como con los ligues... no se buscan, te encuentran a ti; si pretendes llevar tú la iniciativa más vale que te retires. Y las horas de trabajo acumuladas durante años en un entorno poco favorable a darse un respiro mental suponen poner un laberinto a esas ideas que se que están por alguna parte; que me intuyen, me huelen... pero no dan conmigo.

“¿Y si te dedicarás plenamente a ésto?”, “¿Y si dejaras de pensar como un adolescente y comenzaras a pensar como un adulto que tiene un piso que pagar y una vida que vivir?”, “Aún eres joven, tienes mucho por delante; se que una parte de ti se entristeció cuando te aseguraste el tener ese trabajo para siempre”, “No me deseas ningún bien, tengo un trabajo bonito que me gusta; y no voy a hipotecar mi vida por lo que un día fue un sueño”; “Tienes talento”, “No”...

Lo peor de todo, es que cuando acabe de escribir esto; la planta moribunda, reseca y ocre, tendrá un fruto menos. Y ya que por aquí no llueve, alguien debería sea tan amable de prestarme una regadera.

“Compón un poco, escribe algo...”, “déjame en paz, quiero terminar de ver este capítulo de la serie”..... “Ya ha acabado el capítulo”, “Sí, lo se, un capítulo más, está interesante”.... “Ya ha acabado el capítulo”, “Voy a hacer gazpacho”... “¿Te ha salido rico?”, “Mucho”; “Ahora ya estás con las pilas cargadas para ponerte al lío, ¿no?”; “Ya se me ha bajado el emulador de la Game Gear, me voy a poner el Sonic; ¡cuánto tiempo sin jugar!”, “....”, “¿Qué?”; “Nada”... “¿Y ahora?”; “Sergio me ha llamado para tomar una sangría; voy a salir”; “¿Hasta cuando?”, “Y yo que se...”; “¿Se puede saber cuando vas a hacer algo?”; “No lo se”, “¿Porqué?”; “¡Porqué tengo miedo!”.


Todo este torrente de pensamientos ocurre cuando estás ante un folio en blanco y no ocurre nada. Esta guerra civil a veces dura días, semanas o meses, y sólo se bajan las armas y se firma la paz cuando, contra pronóstico; cae una pequeña llovizna y perdura la vida en lo aparentemente muerto. Ya se sabe, la meteorología es imprevisible. Quizá, de aquí a un tiempo no muy lejano, viva mi particular Monzón. Aquí las inundaciones se agradecen. Ni que sea siquiera para ahogar de una vez por todas a esa vocecita interior que no deja de darme por culo. 

III: Guerra de talentos

HOMBRE
El talento es como una polla. Todos tenemos una. Unos más grande, otros más pequeña; pero ahí está. Es una polla que se pone dura, se llena de sangre, se le hinchan las venas, se engorda y se alarga ante las ideas excitantes. Ante unas invisibles formas insinuantes que te despiertan la impulsividad.
La diferencia en este caso no está en el tamaño, sino en lo libidinoso que seas. Puedes tenerla más pequeña pero ir todo el día cachondo. Siempre será mucho más efectivo que ser un semental y tener disfunción erectil.
También está aquel que no cree en sí mismo, y no se da cuenta del talento que tiene hasta que se mete en las duchas del gimnasio y compara. Aunque habitualmente esto pasa en el sentido inverso.


MUJER
No soy mujer, no tengo vagina. No haré símiles. Diré lo que pienso de él.
Lo admiro y lo temo a partes iguales (siendo benévolo).
Si la psique humana es de por sí compleja; la de una mujer lo es doble; de la misma manera que también lo es la de alguien que por cuestiones de hiperactividad neuronal se dedica a alguna labor creativa. Por tanto, por un tema de progresión aritmética, la mente de una mujer creativa es cuatro veces más compleja que la de un hombre, llamémosle, normal.


Juntar un hombre normal con una mujer talentosa sería como juntar un lemur con un chimpancé. Mejor, sería como juntar un lemur con un hombre normal.

Juntar un hombre talentoso con una mujer talentosa probablemente crearía el estallido de una guerra; de fácil resolución, absoluta desigualdad y claro vencedor(a).


Aunque algunos hombres empalmados puedan creer que la mayoría de mujeres no están a su altura, hacedme caso y esconded el paquete: para una mujer con talento toda polla es insuficiente.

IV: Escribiendo líneas como éstas...

Necesitaba una mujer a mi lado para paliar mi crisis.

No se funcionar así… La música y la escritura; son elementos secundarios subyugados al sexo y a la compañía femenina. Sólo cuando tengo el instinto saciado y el objetivo cumplido puedo dedicarme a lo insustancial: crear.

Tuve alguna relación esporádica, convencido de obtener después la recompensa merecida; pero no funcionó.

Comencé a meditar seriamente la opción de que para poder crear no bastaba sólo con saciar mi líbido; debía sentir la seguridad de la estabilidad emocional. Es curioso el hecho de necesitar una estabilidad para sacar a flote tus inquietudes más inestables.

¿Cómo harían otros colegas para meterse en su mundo y pasar horas escribiendo y componiendo a sabiendas de que no les espera una mujer en la cama?.

Esperaba a que la inspiración llamara a mi puerta vestida con un TOP escotado, unos tejanos ajustados y unos zapatos de tacón, con el pelo muy largo y unos labios muy gruesos.


No deseaba a nadie excesivamente inteligente ya que por experiencia se que el grado de complejidad de una persona va en consonancia con su nivel de inteligencia, y no me apetecía descifrar códigos ni realizar hipótesis para resolver enigmas; yo soy de letras.

Aparte de eso, sería un plus interesante que tuviera pocos ideales para no contradecirse en exceso, que tuviera sentido del humor, que le gustara el futbol, que no le importara verme borracho y haciendo el ridículo ante la gente, que usara ropa interior de encaje, que tuviera una cintura muy estrecha y unas caderas muy anchas, que no vistiera a la moda pero que no fuera excesivamente dejada, que tuviera una sonrisa contagiosa, que supiera cocinar albóndigas, que hablara lo justo, que le gustara combinar una bonita falda con unas botas negras y vulgares, que tuviera un nivel suficiente para entender los sarcasmos y las ironías de mis momentos de inseguridad, que se dejara controlar en la cama, que no le gustara el cine de autor, que no le gustara el orden, que tuviera el cuerpo frío, que no planificara las cosas con una semana de antelación, que tuviera orgasmos vaginales, que supiera valorar los momentos de silencio, que no creara momentos de silencio vacíos, que no odiara nada, que no amara todo, que le gustara salir con mis amigos, que no me obligara a salir con los suyos, que practicara sexo salvaje, que entendiera que el amor es lo que se hace antes o después de practicar sexo salvaje, que no se maquillara, que tuviera una larga cabellera y no se hiciera nunca una coleta, que entendiera que jamás voy a gastarme más de tres mil euros en un coche, que no me reprimiera cuando estoy extremadamente positivo, que no me recriminara cuando estoy extremadamente negativo, que no me contara lo que ha hecho en el trabajo al llegar a casa, que pudiera contarle cualquier problema o preocupación sin que su respuesta fuera “pues anda que mi problema…” convirtiendo mi sesión de terapia en la suya, que masticara chicles de fresa ácida, que tuviera los pezones con la aureola grande, y básicamente; que me quisiera.

No se si ELLA llegó alguna vez a enamorarse verdaderamente de mí.

No puedo recriminarle nada puesto que yo también he fingido estar enamorado de otras.

Yo era un buen compañero, un agradable amigo e imagino que un aceptable amante. Mi debilidad era su fuerte, y su talón de Aquiles mi muralla: nos complementábamos.

Ignoro qué se necesita para que dos personas se consoliden con el tiempo, pero parece ser que complementarse no basta. O quizá sea cuestión de complementarse sin hacerse más preguntas; y nosotros éramos demasiado curiosos…

Pero yo la quería… como nunca quise a nadie. Modificaré la frase: Yo la quería… y nunca quise a nadie.

¿En qué consiste estar enamorado?. Creo que en sentirse corriente, normal, ordinario, rutinario… y aún así ser feliz. Por eso el que ya es así de serie no tiene tantos problemas para enamorarse ni se cuestiona tantos aspectos. Con otras mujeres cuando realizaba actividades fundamentalmente patéticas me sentía patético, y por consiguiente, desgraciado. Con ELLA, me sentía afortunado de ser un tío patético… hubiera tenido una patética existencia hasta el último de mis patéticos días.

No me veo capacitado para sentirme patético con nadie más.


Mientras tanto sigo peleándome conmigo mismo por no tener término medio… mi personalidad aparentemente sólida, no es más que un columpio en manos de la persona que me balancea.

Cuando alguien me interesa, no se comportarme de forma normal. Mi falta de carisma hace que no deje de llamar la atención, de una forma u otra. Constantemente.

¿Y qué es el carisma?. Nos lo venden como algo inherente a la psique del individuo, una mentalidad peculiar que ejerce de imán para las otras supuestas mentalidades de hierro. Toda esa basura de manual de psicología barato es mentira. El carisma no es más que un cerebro del montón compensado con un físico peculiar. El carisma, al menos en los océanos musicales, es aquel estado de gloria que hace que las ellas piensen “… encima me lo podría follar”; y que ellos piensen “… encima me podría pegar”.

Toda relación nace y muere siguiendo los mismos pasos lógicos: de la pasión al cariño, de ahí a la afectividad y la estima, y de ahí a la simple cordialidad; de la misma forma que el proceso vital del individuo sigue un orden: de la ilusión al conformismo, de ahí al tedio, de ahí al hastío,… pasos difícilmente reversibles.

Yo estoy entre la segunda y la tercera etapa, todos los días lo mismo, soy un autómata, pero me da igual.

Y me da igual porque la sociedad es un engaño.

Necesitamos alimentarnos para vivir, y optamos por hacerlo mediante el trabajo (un servicio al prójimo) en vez de hacerlo por nuestra cuenta, eso va a contranatura del género humano. No tendríamos sociedad si no tuviéramos genitales. Todas las relaciones se conforman alrededor de eso y las que no lo son se rompen cuando entran unos genitales de por medio.

Veo a los niños jugando, contentos, interrelacionándose sin prejuicios… Todo eso cambia cuando se transforman en seres verdaderamente sociales, es decir, cuando les crece la polla y las tetas. Eso conduce a las rencillas serias, a los estereotipos, a que el deseado tenga como destino una familia y una hipoteca prematura y el rechazado ocupe el tiempo en tareas antisociales que a veces despiertan las facultades intelectuales, y acaben siendo presidentes de un país o escribiendo líneas como éstas.


V. Profecía

El 21 de diciembre del 2012 algunas personas buscarán cobijo en lo más alto de las más altas montañas.
Otras se refugiarán en bunkers subterráneos con provisiones de atún suficientes para sí mismos y para el gato.
Otras intentarán redimir sus errores poniéndose en contacto con los seres de los que nunca debieron prescindir, buscando un perdón.
Otras querrán calmar la ansiedad con la adrenalina y saldrán armados a la calle matando a todo el que se le ponga por medio.
Otras rezarán al cielo con los ojos cerrados y los dientes apretados.
Otras esperarán el momento con total desidia, sin motivación ni fe.
Otras se dirán que se quieren.
Otras se armarán de valor y se soltarán de ese lastre que les ahogaba, para poder vivir sus últimos momentos en paz y con la conciencia tranquila.
Se harán suicidios en grupo.
Se hará sexo en grupo.
Se retransmitirán todas estas burradas por la televisión.

En algunos estados, se intentará proteger a la población con todos los medios posibles para reducir el impacto del desastre venidero.
En otros estados, debido a la histeria colectiva provocada por la situación de emergencia, el pueblo se alzará y reinará la anarquía debido al vacío de poder.
En otros estados, los políticos dirán que no puede hacerse nada ante lo que va a sucederle al mundo y mirarán a otro lado.


Los animales correrán asustados.
Los árboles continuarán imperturbables.
Las bacterias sobrevivirán.


En fin, el 21 de diciembre del 2012 será otro día más.


VI. Demonios angelicales


Lo reconozco, tengo un problema con algo que para mí no es un problema; pero como para los demás parece que sí lo es, entiendo que para mí también debería serlo.

Me cuesta mucho ser partidista cuando existe un problema entre dos o más personas, pero no por que no me implique emocionalmente con ellos, sino porque creo lazos de empatía con ambos.

La disputa entre un bando bueno y un bando malo puede ser interesante para un best seller o para una película palomitera, pero aplicada a la vida real es una perspectiva demasiado simple y excesivamente infantil.

Hablando de películas, una vez alguien me dijo que tenía facilidad para sentirme identificado con el “malo” de la historia. Lo que no sabía esa persona, es que no solamente me pasa con el celuloide, sino que habitualmente suelo intentar comprender porqué los mayores cabrones de la historia de la humanidad se comportaron como tal.

Y lo hago partiendo de una base muy sencilla: nadie nace ángel o demonio. La responsabilidad de las cabronadas cometidas por esta gente, debería repartirse entre todas aquellas personas que de alguna forma u otra, voluntaria o involuntariamente, contribuyeron a degradar a ese sujeto a lo largo de toda su vida.

Uniendo dos conceptos que han salido anteriormente, en muchas películas infantiles siempre me ha costado distinguir porqué el malo es el malo; más allá de que éste sea más feo y grite más que el bueno. Desde bien pequeños, nos han metido en la cabeza el chip del partidismo sin un razonamiento previo del acto en sí, le han puesto cara y voz al partidismo, le han puesto imagen al ángel, le han puesto imagen al demonio; y todo ello sin que nos atrevamos a plantear porqué creamos ángeles y demonios, cómo llegan a serlo, cómo podría evitarse; si los estamos catalogando con la etiqueta correcta, si es justa esa etiqueta, si no es una etiqueta reversible.

A veces la diferencia entre un ángel y un demonio está en una frase a tiempo: “no, tú no eres feo”, “eres adorable”, “tienes talento”, “te quiero”, “qué bien follas”, “¿quieres jugar conmigo?”. Muchas veces los cabrones se crean en los fuegos infernales de la incomprensión, de la falta de tacto, del desprecio social; unos fuegos que queman toda bondad del individuo; al menos la de aquellos que logran sobrevivir a las llamas. Y yo no señalo al demonio que escapó de ellas, sino a los que lo arrojaron.

Lo más triste es que incluso los que lo arrojaron, se vieron también obligados a ello porque saben que serán los próximos en arder (en el caso de no haberlo hecho ya y querer compartir el dolor de las llagas). Porque hay otros detrás de ellos que los empujan. Y detrás de ellos, otros que empujan a los que empujan al individuo arrojado. Una fábrica de trabajo en cadena de la miseria humana y de dimensiones infinitas.

Creo que es un ejercicio sano el intentar empatizar con las dos caras de la misma moneda, ya que la una no se entiende sin la otra. “Bueno” y “malo” son dos adjetivos puramente circunstanciales cuando son aplicados a nuestra conducta. Lo mismo sucede con cualquier otro adjetivo utilizado como norma general para señalar un valor negativo. “Valiente” o “cobarde”. ¿Cual es el polo positivo y cual el negativo?. Si os parece evidente, a mí no. La cobardía puede asociarse con una nula capacidad de lucha, pero también a un desarrollado instinto de supervivencia. Y eso no es malo, eso es natural. Tener aprecio a la vida, a su vida. El que le vea el problema a ésto, puede empezar a considerar seriamente su hipocresía.

Los cobardes son los que heredarán la tierra mientras los valientes la van palmando intentando salvaguardarla en primera línea de batalla.

Todos somos los frutos podridos de las eventualidades. Incluso yo, que aparentemente soy una persona pacífica, podría convertirme en un asesino en potencia o en un dictador si después de cada artículo que escribo no me mostráis vuestro feedback. Así que ya sabéis, por el bien de la humanidad. Luego no me hagáis sentir culpable, vosotros también tendréis parte de culpa.


VII. Instrucciones de uso


- Emplea las 8 horas diarias recomendadas para dormir y para que tu organismo esté a pleno rendimiento el resto del día.

- Debes llegar al trabajo en condiciones, lo cual requiere de un desayuno idóneo rico en hidratos de carbono. Elige bien la ropa con la que vas a ir a trabajar. El color de ésta puede determinar implícitamente tu estado anímico y la forma en la que los demás te vean. Esquiva la ropa muy oscura, pero tampoco uses colores que llamen la atención en exceso. Antes de vestirte, aséate y perfúmate para causar buena impresión a los demás, y por consiguiente, para sentirte bien contigo mismo. Este proceso puede llevar una hora.


- Trabaja un total de 8 horas para sentirte realizado como persona. Es un orgulloso deber el aportar tu grano de arena a la mejora del engranaje social y ayudar a levantar el país; además de la sensación de bienestar que provoca el saber que mantienes a tu familia con el sudor de tu frente.


- Dedica una hora diaria a la formación de tu puesto laboral para ser así más competitivo y mantenerte actualizado ante un mundo que evoluciona cada vez más rápido.


- Haz una hora de ejercicio físico para revitalizar el cuerpo y despejar la mente después de la jornada laboral y el tiempo de formación. Es vital para desestresarse, desentumecer los músculos, y evitar caer en un sedentarismo nocivo para tu bienestar.


- Recupérate del ejercicio con una dieta sana y equilibrada. Lee y elabora recetas con alimentos frescos comprados en el mercado. Evita lo precocinado, las bebidas gaseosas y alcohólicas, el café, los azúcares y las grasas. Añade varias piezas de fruta del día. La compra y preparación de estos alimentos debe hacerse con mimo. Tan sólo te llevará una media hora de compra, aunque la comida debe hacerse a fuego lento para no perder nutrientes; eso te llevará una hora en la cocina.


- Haz de tu hogar un lugar cómodo y confortable. Consigue que las visitas se sientan como en su propia casa. Para ello es vital una higiene constante, así que se debe emplear un tiempo en barrer, fregar, hacer las camas, quitar el polvo, poner lavadoras, lavar los platos y perfumar el salón con esencias naturales. Con ayuda, en apenas media hora puedes realizar estas tareas si lo haces a un ritmo ágil.


- Lleva al día tus cuentas, y la contabilidad de la casa. Hay mucho que pagar, y es necesaria una administración y una gestión de lo que se ha gastado, lo que se gasta, y lo que se va a gastar. Ordena cronológicamente las facturas de telefonía móvil, telefonía fija + internet, agua, luz, gas, recibos de la comunidad, seguro de coche, seguro de hogar, seguro de vida, material escolar; así como importante es guardar todas las facturas de los productos del hogar comprados. No te olvides de la vida laboral, las declaraciones de renta, las reclamaciones de multas, las nóminas, las circulares de la escuela y los informes de notas de los niños.


Separa cada apartado para agilizar la búsqueda de documentos en el caso de necesitarlos.


Llevar todo esto al día es un incómodo pero necesario ejercicio que se puede realizar en poco menos de media hora.


- Desarrolla tus habilidades sociales. Fortalece los vínculos familiares. Ayuda a tu hijos a hacer los deberes, ayúdale a hacer ese puzzle que nunca acaba, habla con tu cónyuge para ponerte al día en los avances relativos a su vida laboral, debatid temas importantes en los que debáis poneros de acuerdo para fomentar pactos que fortalecerán vuestra unión. Podéis hacer todo ello sentados ante el televisor mientras dan vuestro programa favorito. Ese que os hace reír tanto. Reír juntos ante la tele. Puede ser un vínculo de unión importante; y todo ello no tiene porque llevar más de una hora.


- Después de cenar y de acostar a los chicos, puedes sacar a tu mascota para darle el paseo diario (en el caso de tenerla), y de paso aprovechar para tirar la basura.


No te olvides de tu higiene personal. Lávate los dientes con crema blanqueadora y pásate el hilo dental. ¿Cuando fue la última vez que el dentista te hizo la revisión?. Toca mirar la agenda.


Date una ducha de agua caliente y emplea tu gel con PH neutro y extractos de aloe vera. Es esencial mantener la piel hidratada. Con el gel no basta, ponte la crema hidrante al salir de la ducha.


Aféitate o depílate para eliminar toda vellosidad causante de la transmisión de gérmenes y otros microorganismos patógenos, y que afea la estética corporal.


Una vez en la cama, aprovecha para leer un poco. Evita lecturas ociosas y céntrate en lecturas prácticas que puedas aprovechar para llevar a cabo algún proyecto el fin de semana, o para planear una escapada o una actividad con tus hijos: jardinería, bricolaje, manualidades, cocina, viajes, turismo rural o gastronómico,... Hay miles de opciones.


Este penúltimo proceso podría ejecutarse en una hora.


- Si has hecho buenos cálculos, te habrás dado cuenta de que te queda media hora para acabar el día. Debes darte un descanso. Notarás paz y empezarás a tomar conciencia de ti mismo, de que realmente existes. Te darás cuenta de que tenemos un órgano que rige nuestras emociones y nuestra capacidad de reflexión. Nos da ánimos para ponernos en pie, nos prepara para afrontar el resto del día, nos da energía para sobrellevar el trabajo, motivación para formarnos como un profesional competente, empuje para levantar esa mancuerna en esa última repetición en la que estás sin aliento, equilibrio para ajustar la dieta a las necesidades de tu organismo, empatía para tener una comunicación fluida y agradable con los miembros de tu familia, capacidad organizativa para llevar al día la limpieza y la administración del hogar; y al que apenas le hemos dado 30 minutos para descansar, para dejarse llevar con los placeres que él realmente pide.


Quizá sean 30 los minutos necesarios para no llegar al punto de claridad en el cual te empiezas a cuestionar porqué la vida está pasando y no estamos sacando ningún provecho de ella. Porqué estás llevando la vida que desde pequeño tus padres han querido que llevaras, llena de hastío pero también de comodidades. Porqué nunca te preguntaron qué vida querías llevar realmente. Porqué no acabas con esas 24 horas, con 2 segundos de caída libre desde tu balcón en el 6º piso.


En ese momento, te viene otro pensamiento a la cabeza y sopesas. No tienes de qué quejarte, puesto que tienes un piso, un trabajo, una familia y unos bienes materiales con los que otros soñarían, con los que otros no dudarían en empujarte por el balcón de tu 6º piso para poder arrebatártelo.


Y justo cuando empiezas a valorar pros y contras de ambos argumentos, el sueño te vence.


Es necesario dejar descansar el cuerpo cuando éste da síntomas de agotamiento.


Decides dejar la reflexión para el próximo día.
Con la mente más fresca.

Cierras los ojos.


- Vuelve al primer punto y lee en bucle de forma perpetua.

VIII. En clase de plástica


Hoy he tenido una clase de Plástica. Qué mejor marco que ese para ilustrar los pensamientos que ahora me rondan.

Partamos de la simple premisa de que les he mandado hacer un collage de formato libre teniendo a su disposición varias revistas, tijeras, cola y una cartulina.

En clase de Plástica siempre te encuentras a un reducido grupo de alumnos que sobresalen. Motricidad fina excelente, combinando colores con gusto, creando formas originales, jugando con el espacio y con el tamaño de los papeles; limpios y pulcros, y obteniendo un resultado final agradable y elegante.

En clase de Plástica te encuentras con el grueso del grupo que hace trabajos correctos que no sorprenden, y acaban juntando los papeles para hacer formas humanas, que normalmente cruzan un caminito hasta llegar al umbral de una casa con chimenea, coronada con el sol en una esquina superior de la cartulina.

En clase de Plástica te encuentras con EL niño. Ese zagal manirroto, que coge las tijeras y temes por sus dedos, incapaz de recortar una figura geométrica con un mínimo de simetría, enganchando algunos trozos de papel en la cartulina y dejando semienganchados otros tantos, impregnando la cartulina de cola, dejando unos retales dentro de la cartulina y otros con una parte fuera de estos límites, alternando zonas sobrecargadas con otras con un inmenso vacío.

De golpe entra un crítico de arte por la puerta de la clase. Una clase como cualquier otra con sus correspondientes tres niveles de creación.
Examina las obras. Rápidamente desecha las creaciones de representaciones típicas.
Observa con detenimiento los trabajos de los niños del primer grupo y el trabajo de EL niño.
Acaba descartando los trabajos de los niños del primer grupo y alabando las creaciones del último. Loando la originalidad de la composición, la transgresión de la técnica, lo conceptual y experimental de un trasfondo al que da significado. Inmerso en las sensaciones que le provoca, es capaz de intuir (o imaginar) qué pasaba por la cabeza del chico al hacer su trabajo, y hacer creer al chico que él realmente trataba de expresar eso. Convence al chico de ese significado, y acusa con el dedo al resto por no tener capacidad de plasmar semejante composición. Anima al chico a que siga trabajando su estilo porque, en un futuro cercano, muchos de los compañeros que hacen la casa y el sol acabarán imitándole y sacando partes de sus retales de la cartulina, presentándola con manchas, arrugas, mocos enganchados y caspa.

El chico, animado, continúa ejerciendo su estilo y creando composiciones similares que titula con las tres primeras palabras que le vienen a la cabeza, o directamente con un “Sin título”.
Nadie más en clase valora el trabajo del chico, excepto un chaval mediocre que normalmente hacía humanos dirigiéndose a casa a través de un camino.
Yo sigo valorando los trabajos de EL chico con notas bajas.

Los límites del arte...
El sobresaliente acaba donde empieza el suspenso.


ARTÍCULO DE OPINIÓN, REVISTA HIP HOP LIFE Nº 17

Durante el viaje que hacemos a lo largo de nuestra vida, vamos trazando una recta y cada uno de sus infinitos puntos no son más que las experiencias que le van dando forma. En el trayecto no vamos solos. Millones de líneas van y vienen incesantemente en un folio de dimensiones infinitas. La gran mayoría de éstas líneas, no son más que líneas paralelas; que vemos en la distancia o que ni siquiera apreciamos. Otras tantas son líneas perpendiculares o secantes; que en algún momento se unen con nuestra recta en un punto de intersección para luego desunirse y continuar cada una con su propia trayectoria.

Cada vez que escucho, o leo algún comentario acerca de que tal mc o grupo ha bajado el nivel respecto a su anterior disco, que antes era bueno y ahora no... no me vienen más que formas geométricas a la cabeza. Un sinfín de líneas.

Cuando un artista escribe un disco, hace visible su línea vital, mostrando con palabras y pensamientos los puntos que definen su experiencia. A veces ese artista escribe el disco en el momento adecuado, con las palabras adecuadas, y de la manera adecuada; de forma que conecta con personas que necesitan oír ese disco en ese momento, con esas palabras y de esa manera. Puntos de intersección... ¿fortuitos?. Afortunadamente, nuestras rectas son un tanto especiales, y lo que les hace especiales es que podemos manejar levemente su dirección. Pero del mismo modo que dos líneas no tienen nunca el mismo punto de partida, tampoco pueden ir unidas infinitamente; llega un momento en el que deben evolucionar en distintas direcciones.

Podéis pensar que un artista que cambia de un disco a otro se está traicionando, pero la realidad es la contraria: un artista que tiene inquietudes de evolución pero que acaba siempre haciendo el mismo disco por el miedo al que dirán y por no traicionar a un público es el que realmente se está traicionando a sí mismo. De todas formas, por mucho que no modifiquen la dirección de su línea, cada día cientos de líneas nuevas se cruzarán con la suya y otras cientos de líneas saldrán de su trayectoria. Cosas de la inercia.
Si para la gran mayoría de los artistas la música no es nuestra fuente de ingresos, debemos vivirla con total libertad. Para estresarnos ya tenemos el trabajo y los entresijos del día a día, la música sólo debe aportar gozo. Y siendo esclavo del pensamiento ajeno no se puede gozar. No podemos hacer felices a todos... pero podéis comprender que nosotros queramos ser felices; y eso significa, avanzar en la dirección correcta. Mientras, disfrutaremos de tu compañía el tiempo que dure.

Fin de la clase de Geometría.
PD: Soy de letras.

WHAT’S GOIN ON [Publicado en el núm 1 de la revista musical digital 24SIETE]

Soy una persona nerviosa, impulsiva, susceptible; y esporádicamente soberbia y agresiva. Al fin y al cabo se trata de devolver los golpes, ya que cada mañana sufro una agresión psíquica por parte del despertador... Cogería al desgraciado que inventó el despertador y le daría una patada en las pelotas, pero paso... porque no tengo ganas y sobretodo porque no soy demasiado corpulento.

Todo esto crea desequilibrio y necesito mi yan.

No soy el único. Los días empiezan con una hora de tráfico, quiero pisar el embrague y meter segunda pero no puedo, porque hay miles de cabrones a los que se les ha ocurrido la idea de poner el despertador a la misma hora que yo. Claxons, desesperación e insultos para acabar llegando, como recompensa, a tu lugar de trabajo... tu celda de ocho horas diarias...

El trabajo es el requisito necesario para que un banco te adquiera y te coja por los huevos a cambio de un techo y cuatro paredes.

"El trabajo te realiza como persona, te hace íntegro y digno..." esa frase es la mayor chorrada jamás escrita. Seguramente la inventaría algún director bancario.

En el trabajo las horas pasan, las personas se gritan y los ordenadores se cuelgan... Otra hora de tráfico de vuelta. Y así pasa un día, y pasa una vida. Tráfico, burocracia, dentistas, recibos, facturas, hacienda, multas, ... y finalmente, la muerte. Y vuelta a empezar. En medio de ésta vorágine, encuentro mi yan en la música.

No me gusta cierta música porque alimenta mi agresividad y me pone aún más nervioso. Por eso me gusta el groove del funk y la calma del soul. Incluso se puede criticar transmitiendo paz... hoy estoy oyendo un ejemplo de ello... Marvin Gaye, What’s Goin On.

La música es la cuarta pata de la mesa. Hace que no cojee. Y hace que me sienta bien... al menos hasta que un día el banco pueda venir a embargarme y a llevarse las cuatro patas, la base de la mesa, los cuadros, los cubiertos, el ketchup y mi cd de Marvin Gaye.

Cogería al desgraciado que inventó los bancos.... y me arrodillaría para ver si puedo ser su socio...

Mientras me relajo, cierro los ojos y abro las orejas

Mother, mother,
There’s too many of you crying...